El fútbol está enfermo
El fútbol, que es la mejor terapia para el cáncer de Cruyff, está enfermo. |
Mauricio Gómez Buriticá
Twitter: @elmago_b
El mundo del fútbol se sintió
consternado cuando el pasado 20 de octubre, el holandés Johan Cruyff, una de
las leyendas vivas de este deporte, anunció que padecía cáncer de pulmón.
Días después, el emblema de la Holanda
de los años 70 y máximo exponente del ‘Fútbol Total’, escribió en su columna en
The Telegraaf, el periódico más importante en Holanda: “En el fútbol pasan
tantas cosas, y me gusta tanto pensar y hablar de fútbol, que apenas tengo tiempo
para preocuparme”
Pobre Cruyff, y pobres aquellos que,
como en mi caso, son románticos del fútbol que quieren seguir viéndolo como una
simple disciplina deportiva que brinda espectáculo desde la sana competencia.
Ese deporte que hoy paradójicamente es
la mejor terapia para el cáncer de Cruyff, está en cuidados intensivos, está
conectado a un respirador artificial por culpa de quienes por años lo han
manoseado para sacarle réditos personales por encima de los intereses comunes.
El tan sonado escándalo por corrupción
en la FIFA, que ya tocó a Colombia, ha puesto de manifiesto el alto grado de
corrupción al que llegó el fútbol, que pasó de mover la pasión de multitudes a
mover millones de dólares a las cuentas bancarias de sus dirigentes.
El negocio, que en un comienzo se vio
representado en la venta de jugadores, camisetas y entradas a los partidos,
ahora funciona con la asignación de contratos millonarios bendecidos por coimas
y sobornos que terminan en paraísos fiscales.
Así como Cruyff, a quien le deseamos recuperación
y larga vida, el fútbol también tiene cáncer, un cáncer que ha hecho metástasis
y que ha tocado todos sus órganos desde el más bajo hasta el más alto nivel.
Esa propagación de la cancerígena
corrupción también está en Colombia. Ahora el nombre de moda es Luis Bedoya,
pero en el pasado fueron otros que, incluso se valieron del narcotráfico para
amañar partidos y conseguir títulos.
Hoy también se habla de Santa Fe y de
las presuntas actuaciones ilícitas de su presidente César Pastrana y mañana se
acusará otro y después se hablará otro, porque si de corrupción y desvergüenzas
se trata, el fútbol colombiano es de lujo.
Pero no solo es corrupción; el fútbol
también es trampa, engaños, abuso de autoridad, una cantidad de antivalores
reflejados en simples acciones de juego en las que un jugador trata de sacar
ventaja sobre el adversario engañando a un árbitro.
Todos estos acontecimientos son los
síntomas de una enfermedad social plasmada en el fútbol, un fútbol cada vez más
agonizante.
Y pensar que muchos se pelean y hasta
han dado su vida por este deporte. Ojalá todos pensaran como Jorge Valdano,
quien manifiesta que “El fútbol es lo más importante de las cosas menos
importantes”.
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