El futbolista, ¿astuto o tramposo?
La 'Mano de Dios' protagonizada por Diego Armando Maradona ante el arquero Peter Chilton en el Mundial del 86. Uno de los engaños más grandes en la historia del fútbol. |
Por Mauricio Gómez Buriticá
Sello de Gol - @elmago_b
Hablar de fútbol es hablar de un deporte
de viveza, de inteligencia y astucia. Por tratarse de una disciplina en la que
el jugador debe sacar ventaja no sólo del adversario si no de su intención de
juego, cada vez se requiere de mayor ingenio y picardía para destacarse en él.
Sin embargo, la astucia e ingenio,
cualidades que hacen sobresalir al ser humano en cualquier actividad, no siendo
el futbolista la excepción; se han convertido a lo largo del tiempo en trampa y
engaño en el fútbol.
Quizás el caso más sonado a través de la
historia en el que un jugador hizo trampa para sacar ventaja fue el de Diego
Maradona en el Mundial de México 86 cuando con su mano simuló un cabezazo para
anotarle un gol a Inglaterra. Increíblemente el mundo futbolístico lleva casi
tres décadas hablando con orgullo de la que fue bautizada como ‘La Mano de
Dios’.
Recientemente en las Eliminatorias al
Mundial de Sudáfrica 2010, una mano en el área cometida por el francés Thierry
Henry, terminó en el gol que clasificó a la selección gala al Mundial en
detrimento de Irlanda.
Y casos como éstos hay por montones. En
días pasados el delantero argentino Hernán Barcos anotó con la mano uno de los
goles con los que su equipo, el Gremio de Brasil, goleó 3-0 al Fluminense en la
Copa Libertadores.
La mano de Henry de Francia ante Irlanda en el 2009. |
Pero lo más grave no es el hecho en sí,
es la forma descarada como el jugador siendo consciente del engaño hace creer a
los demás, incluso a quien imparte justicia en el juego, que dicha acción es
lícita.
El jugador de fútbol es tramposo por
naturaleza y hay múltiples situaciones de juego que lo pueden comprobar. Las
más comunes son las simulaciones de faltas dentro del área, con las que los
hábiles delanteros pretenden ser favorecidos con penaltis inexistentes.
Hay otras situaciones como cuando el
jugador saca el balón al costado y levanta la mano dando a entender que el
saque de banda le corresponde; cuando al cobrar un tiro de esquina ubica el balón
por fuera de la circunferencia del córner; al reducir la distancia de la
barrera antes de un cobro del rival o en su defecto, al adelantar el balón para
hacer la ejecución.
En fin, son muchos los ejemplos que
podría citar, eso sin contar con la deslealtad profesional de muchos a la hora
de agredir a su rival.
La Fifa ha tratado de tomar correctivos
disciplinarios dándole potestad al árbitro de castigar al jugador con sus
tarjetas y con recursos técnicos como la espuma para delinear la zona de impacto
del balón y la barrera en un tiro libre. Sin embargo, pese a las ayudas, en
muchos casos tecnológicas, en la mayoría de situaciones el juez sólo puede
apelar a la buena intención y buen juicio del jugador -Vaya riesgo-.
En 1989, el Deportivo Pereira se vio
afectado por una determinación del árbitro Manuel Castro, quien decretó como
gol un remate del delantero de Independiente Santa Fe, Héctor Ramón ‘El Rambo’
Sosa, el cual pasó a un metro de la raya y nunca entró a la portería.
A Castro lo sacaron del fútbol, nunca
más volvió a pitar –no era para menos-. Pero me pregunto, a Sosa y sus
campañeros que corrieron a abrazarlo por el ‘golazo’ ¿quién los castigó? Acaso ¿no
puede haber un juicio moral para la cantidad de tramposos que se pasean por las
canchas cada domingo de fútbol? Me parece más grave el engaño de los jugadores
que el de por sí ya lamentable error arbitral.
Copie este link y vea el 'gol fantasma' del 'Rambo' Sosa http://www.youtube.com/watch?v=F2aLJ4nS6ac
El fútbol es el deporte de multitudes,
que une razas y culturas; un deporte que despierta pasiones y hasta sentido
patriótico; pero también es un escenario de mentiras, engaños y trampas, en su
mayoría protagonizadas por los propios futbolistas.
Vale la pena aclarar que hay
excepciones, que hay jugadores de fútbol honestos, que conocen los límites de
la viveza, la astucia y el ingenio, con la deslealtad y la capacidad de eludir
las reglas para provecho propio.
¿Será que aquellos que faltan a la
verdad y la realidad, perjudicando a los demás dentro de una cancha actúan así
también en casa? Que no se les olvide a los, a veces ‘todopoderosos’
futbolistas, que en el juego es donde se conoce al caballero.
Léala también en
www.deporterisaraldense.com
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